Cada sociedad tiene sus propias reglas y crea sus propias significaciones sobre cada aspecto de la vida social. A lo largo de nuestra historia como especie, y especificamente desde la modernidad, se plantea una serie de instituciones de gobierno, normas sociales, dogmas religiosos y otras costumbres que nos permiten ordenar las vidas individuales y colectivas en función de ciertos criterios.
Como hable en el artículo del día 5, aún pensamos en la prosperidad de una sociedad cuando esta garantiza su descendencia y por ende futuras generaciones que sean productivas; por lo cual se favorecen los comportamientos, las corporalidades, las ideas y las normas sociales que favorecen la reproducción de la especie, la que únicamente suele darse, al menos en la mayoría de los casos darse por la unión de cromosomas XX con XY.
Entonces, las ideas sobre las naciones y las sociedades pròsperas como aquellas que se reproducen sexualmente, es reforzada con discursos y elementos simbólicos del mundo religioso, cultural, ideológico y político que sostienen o cambian el curso de la humanidad. Desde un punto de vista tradicional, se espera que los roles de género funcionen únicamente de manera complementaria, en la que lo masculino posee elementos de los que carece el femenino y viceversa.
Qué es la androginia
En oposición a las ideas de la complementariedad masculino/femenino, la androginia es una manera de ser en el mundo en el cual una persona adopta atributos de ambas polaridades. Aquí es clave aclarar que la androginia no pretende una neutralidad de género en los comportamientos, sino integrar características altamente femeninas y masculinas.
En este punto es importante aclarar que aquello se juzga femenino o masculino varia de cultura a cultura, por lo que ser andrógino variara en cada caso particular. De acuerdo con una investigación realizada por Enrique Barra (2010) sobre los niveles de satisfacción sexual en parejas estables y heterosexuales, se encontró que aquellos que reportaban mayores niveles de bienestar eran aquellos andróginos, ya que suelen actuar de acuerdo a rasgos altamente masculinos o femeninos, que pueden desarrollar de acuerdo a lo que requiera cada circunstancia. Por el contrario, se encontró que los individuos indiferenciados, es decir los que tienen baja didentificaciòn con los rasgos masculinos y femeninos presentan menor satisfacción sexual, lo que se explica por contar con un repertorio más limitado de actuaciones ante las situaciones.




Para poder gozar de nuestra sexualidad plenamente debemos tomar responsabilidad y empezar a actuar en relación con la expresión honesta de nuestros afectos, hacer del disfrute una opción de vida sin depender o ser adicto al mismo, construir una vida con sentido para nosotros mismos y la de quienes nos rodean, así como dar lugar a la creatividad en función del bienestar propio y colectivo.
Entonces, al ser la androginia una condición en la que se integran y se encuentra lo que denominamos masculino y femenino, entonces resulta en una posibilidad para la expansión de nuestra subjetividad.En otras palabras, amplia las posibilidades respecto a las maneras en que nos habitamos a nosotros mismos y en relación con los demás.
Más allá del binarismo
Si la propuesta de vivir tu vida desde nuevas posibilidades incluye la posibilidad de incorporar nuevos comportamientos y creencias a pesar de que se juzgan masculinos o femeninos, puedes incluir algunos de los tips que enuncio a continuación.
- Pregúntate qué entiendes sobre masculino y femenino. Además piensa en la educación, entornos y trayectorias de vida que hicieron posible entendieras lo masculino y lo femenino
- Piensa qué atributos tienes como persona y qué efectos han tenido en tu vida.
- Empieza a pensar en aquello contario a tu identidad (como sea que te identifiques en términos de género) como un territorio de posibilidades para aquello en lo que debes trabajar, pero también como una posibilidad para compartir al mundo tus talentos más ocultos.
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