La vida es una oportunidad para crear y dar luz a lo nuevo. En este artículo aprenderás porque se ha asociado la fertilidad al control sobre la descendencia y alternativas para comprender las nuevas fertilidades como oportunidades pare el cultivo y la gestión de la creatividad.
La natalidad en las sociedades modernas
Crecer en familias y vivir en una sociedad estructurada en las mismas nos lleva a pensar que la descendencia es necesaria para la prosperidad de las sociedades. Incluso, la demografía y los estudios poblacionales sugieren la necesidad de contar con generaciones de jóvenes para el sostenimiento económico de aquellos que no representan ingresos económicos para una nación. Se nos enseñó a pensar entonces que la descendencia y contar con hijos es un indicador de la abundancia y fertilidad, de un país y por ende de quienes hacen parte del mismo.
En la medida en la que nos organizamos en sociedades que se mantienen a flote por la acumulación del capital y su administración por clases versadas, entonces la natalidad también se convierte en un elemento que debe ser supervisado, administrado y gobernado a nivel poblacional. La estadística, los censos y la creación de legislaciones que favorecen la natalidad o la supervisan entonces hacen parte de un intento de gobierno sobre aquello que nos mantiene a flote. Esta idea, es más o menos parte de lo que yo comprendo como el concepto de biopolítica que entre otras cosas, a través del lenguaje, la tecnología o los juicios de valor sobre lo que nos ocurre permite ciertos órdenes sobre lo que se deja vivir en ese cuerpo social del que hacemos parte.
Cuestionarnos nuestros relatos sobre la fertilidad
Con esto, quiero decir que para gobernar sobre los cuerpos individuales y socialees necesaria la gestión de varias estrategias para garantizar la descendencia tales como la supervisón sobre las tasas de natalidadad, el ratio de hijos por familia, la morbilmotalidad de las poblaciones, políticas para el contro lde la natalidad y la atención a la primera infancia. Entonces, para cumplir la necesidades de nuevas generaciones es necesario asegurarse que todas las personas cumplan sus funciones respecto a la descendencia.
En este caso, asegurar la fecundación y los cigotos que engendran las siguientes generaciones se convierte en una cuestión cotidiana que es asegurada desde multiples frentes. Aunque no seamos conscientes de ello, esto implica que en el día a día se cuente con una serie de elementos que nos predisponen a pensar en la descendencia como lo normal y esperable.
Es en este punto donde debemos reconsiderar los lugares de enunciación respecto a lo reproductivo. Sin darnos cuenta, la enunciación irreflexiva de comentarios o preguntas sobre «¿Cuándo vas a conseguir pareja y sentar cabeza? ¿Tener hijos? o ¿Comprar vivienda? normalizan y legitiman una única manera de vivir, que por casualidad sustentan la monogamía, la heterosexualidad y el capitalismo como el modo de vida adecuado, lo que deja por fuera delo posible a quienes se plantean su vida desde otros lugares y narrativas.
Al decir lo anteiror se hace inevitable pensar en el papel que tienen los cuerpos en la descendencia, en especial aquellos que se conciben en el binarismo Hombre/mujer, ya que estos son los que garantizan la fecundación y el crecimiento de los cigotos en nuevos seres humanos. Esto, nos lleva a la importancia de cuestionar las narrativas religiosas y morales sobre la familia como base de la sociedad y el cuidado de la descendencia a cargo de las madres.
Varios fenómenos sociales como el desarrollo de tecnologías contraceptivas, la incursión de las mujeres en el múndo público y del trabajo, y la posibilidad de otras maternidades a través de la adopción o el alquiler de vientres cuestionan la idea del valor social y personal en función de la descendencia, y también plantean otras posibilidades de valía en el mundo.
Nuevas fertilidades
Desde una perspectiva simbólica, la fertilidad se asocia a aquello que crece en la materia, sea esta la tierra o en nuestros cuerpos, la fertilidad se asocia a los ciclos de creación y crecimiento que son requeridos para contar con los recursos que necesita una persona o una sociedad para sobrevivir. Se trate del cultivo de los alimentos, de la descendencia o la sociedad, la fertilidad es la capacidad para dejar crecer y sostener la vida y lo vivo en nosotros mismos.
Desde una perspectiva yoguica y ayurvédica, la fertilidad está asociada al centro energético del vientre, el cual rige las funciones de los órganos reproductivos y urinarios, los cuáles se encargan de la depuración de energía, de residuos y de crear el vacio necesario para gestar y sostener lo nuevo.
Para dar lugar a la creación de lo nuevo en la vida no solo se requiere de una semilla que crezca, sino de una tierra fertil que permita a la semilla arraigarse y contar con los nutrientes necesarios para desarrollarse y expandirse. En términos psicológicos, esta tierra fértil corresponde a las emociones que orientan nuestro comportamientos hacia un propósito y dan orientación a nuestras acciones.
Creas tu realidad
Con todo lo anterior, no pretendo cuestionar tus decisiones respecto a la fertilidad. Y si tu decisión y manera en la que quieres vivir la fertilidad es el marco de una familia monogámica con descendencia tu opción de vida también es válida. Tan solo pretendo que este artículo amplie tu idea de fertilidad como algo más que energía saliente de nuestras gónadas, sino como la posibilidad de dar a luz semillas simbólicas, relacionales, psicológicas y culturales. Con todo esto, la fertilidad es una manera de hacernos responsables en las realidades que vivimos y creamos, tanto a nivel intelectual como colectivo.
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