Aprende claves para reconocer y saber que hacer cuando aparecen los enemigos del placer.
Tal como hablamos en nuestro Día 1, el deseo es un camino que nos recuerda sobre aquello que haría nuestra vida más satisfactoria, disfrutable o placentera.
Creencias culturales, posturas filosóficas y tradiciones de tipo religioso han planteado el deseo como una cuestión que nos hace ciegos y puede llevarte a la desgracia. Sin embargo, experimentar nuestros deseos es una experiencia que aporta la variedad a veces necesaria para mantener nuestras rutinas.
Aunque es cierto que cegarte por el deseo te puede llevar al caos contigo mismo y los demás, también es posible experimentar el deseo de una manera sana, siempre y cuando procures el bienestar del otro y te hagas responsable por tu deseo y las consecuencias de tus actos.
En este artículo te daremos claves para que identifiques las creencias que van en contra del deseo y sepas que hacer cuando ellas aparecen

Los enemigos del deseo
Hoy te compartiré cuatro ideas que nos alejan de cumplir nuestros deseos de una manera saludable, te daré nociones sobre los lugares desde los que se enuncian y te daré algunas preguntas para que sepas qué hacer cuando aparecen creencias que te alejan del deseo.
De este artículo aprenderás que hacer cada vez que en tu cabeza ronden ideas sobre el placer como una cuestión pecaminosa, el deber ser y conservar las apariencias, el desconocimiento de tí misma y lo que te gusta o la dificultad para fluir ante los cambios y lo novedoso.

1. El placer y el pecado original
En occidente aún se conservan ciertas creencias respecto al deseo que echan raíces en los principios medievales de buen comportamiento y virtuosidad. Un ejemplo de ello son las ideas de la exploración del cuerpo y lo corporal como algo sucio, incluso, la idea de complacer los sentidos se ve con precaución ya que ello podría llevarnos a la irresponsabilidad.
Si bien es cierto que se requiere de ciertos principios para que nuestros deseos no gobiernen sobre nuestras rutinas, deberes o sentido de vida; dar paso a nuevos relatos sobre la manera de vivir y dejar de glorificar el sufrimiento como camino a la virtud es algo necesario si buscamos que el deseo aporte novedad y placer a nuestras vidas.
Algunas preguntas que pueden ayudarte a derribar este enemigo del placer son:
¿De quién aprendí a sentirme culpable por dar lugar a mis deseos?
¿En qué situaciones dar lugar a mis deseos ha sido bueno para mí vida y la de otros?
¿De qué situaciones me ha librado la culpa sobre mis deseos?
Si mi vida tiene una estructura, sentido y no hago daño a otros ¿Para qué me culpo por querer cumplir mis deseos?


2. El «¿qué dirán?»
Los deberes que tenemos como ciudadanos, trabajadores o demás condiciones son necesarios en ciertos vínculos personales para que las relaciones mantengan mínimos niveles de bienestar; sin embargo, cuando se trata de tí mismo, de tu futuro y de cuán satisfecho estas con tu presente es vital discernir y reconocer cuáles de esos deberes son necesarios y cuáles has dedicido imponerte a tí mismo por conservar las apariencias o el personaje que creaste para interactuar en sociedad.
Un primer paso para decir adiós al qué diran es preguntarte qué tan adelante vas en cumplir los propositos que te planteaste a inicio de año, o cuánto de esos sueños de niña estás cumpliendo. Además, es importante reconocer la responsabilidad que tienes sobre tus deseos y recordar que nadie hará lo que tú no haces por tí.
Aunque en un comienzo parezca difícil tomar decisiones sobre los deberes necesarios para mantener el bienestar común y sobre desechar aquellos que te restan poder personal y autenticidad, un buen comienzo es preguntarte lo siguiente:
¿Que consecuencias ha tenido restringir mis deseos por mantener las apariencias?
¿Cómo será mi futuro a corto, mediano y largo plazo si doy más importancia a las apariencias que a mis deseos más auténticos?
Si aún te sientes muy lejos de una vida con autenticidad y lugar a tu poder personal, entonces es momento de replantear tus prioridades y comenzar a invertir tiempo, energía y demás recursos en conocerte a tí misma y lograr aceptarte en plenitud, con tus virtudes y reconociendo los mensajes que tus lados ocultos o sombras te enseñan para hacer de ella tu amiga.



3. No sé que trae placer a mi vida.
Hacernos responsables de nuestro placer implica reconocer la relación que tenemos con nosotras mismos, los demás y lo demás.
Cuando se presentan situaciones de estrés crónico y sostenido, después de un evento traumático o en situaciones de ansiedad y depresión es posible que presentemos dificultades para saber qué nos gusta y que podría hacernos sentir más satisfechas con la vida.
Esta situación también puede presentarse en el caso de las personas y sociedades que tienden a la extroversión, es decir a orientar sus experiencias, pensamientos y sentimientos hacia el mundo exterior y el encuentro con los demás.
Tal como la propuesta del Ying y el Yang, cada polo contiene un poco de su opuesto, así que desde una revisión de los momentos de displacer o dolor también nos es posible reflexionar y darnos cuenta sobre aquello que trae placer.
Otra manera de descubir lo que te gusta ocurre en momentos de soledad, silencio o contemplación, en los que se presentan pocas distracciones que permiten centrarte en tí misma. Este tipo de ocasiones son propicias para el autoconocimiento, es decir que puedas reconocer cuáles son tus virtudes, limitaciones, en qué eres buena, qué es importante para tu vida y cuán cerca te encuentras de aquello que llena tu vida.
Algunas preguntas que podran orientarte al respecto son:
¿Cada cuanto tienes espacios para revisar quien eres y qué ha cambiado en ti?
Si tienes estos espacios ¿has aplicado lo que has aprendido en ellos?
¿Qué te llena de vida alegría, felicidad, creatividad o energía?
¿En qué eres buena?
¿En qué quisieras mejorar y cómo lo harías?
¿Cada cuánto tiempo das lugar a esas cosas que te llenan de alegría?
4. Resistencia al cambio y la novedad
Aunque este discurso de la flexibilidad y la apertura a las experiencias pueda sonar bastante posmoderno, e incluso trillado, algo que guarda de cierto es que los seres vivos, a diferencia de los inertes, somos sistemas abiertos, es decir, que somos una sinergía de procesos y partes de nosotros que interactuan con el ambiente y se ven influenciados por este.
Lo que quiero decir, es que como especie, siempre nos encontramos en cambio y movimiento, desde nuestras células hasta nuestros pensamientos presentan fluctuaciones constantes. En el mismo sentido el deseo implica una apuesta por movilizar nuestros pensamientos, acciones y sentimientos hacia algo, por eso, el deseo también se convierte en un dinamizador de la vida.
Si bien las rutinas aportan estabilidad y profundidad a los procesos de nuestra vida, aferrarnos de manera obsesiva a esta limita la posibilidad de descubrir nuevas cosas en nosotras mismas. Y si bien, intentar algo nuevo nos situa como principantes ante las situaciones, también nos da la oportunidad de interactuar con nuevos ambientes, personas y pensamientos.
Es a través del encuentro con lo otro que puedes reafirmar quién eres y descubrir partes latentes de tí misma.
Algunas preguntas que puedes hacerte ante la dificultad para los cambios y la novedad son:
¿Qué pensamientos me generan incomodidad ante una situación nueva?
¿Qué tan ciertos son estos pensamientos?
Si mis dificultades con el cambio tienen un fundamento ¿Qué puedo hacer para facilitarme las cosas?
¿Cuándo fue la última vez que vivi una situación novedosa o de cambio? ¿Qué aprendí de ella?



Eres responsable
Cuando tú eres la persona responsable por sus sueños y deseos empiezas a desarrollar el pensamiento crítico, no mascas entero los relatos ajenos y empiezas a dedicar tiempo para tu autoconocimiento y aceptación. Empiezas a adquirir la sadiburía para reconocer los momentos de nutrir y aportar a la felicidad de otros, pero también de trazar límites y apartarte cuando lo ajeno va en contravía de tí misma.
Al final todo esto es cuestión de reconocer que tus propósitos, sueños a largo plazo y deseos fugaces son tu responsabilidad y qué nadie hará por tí lo que tu no decidas para tí misma.
Si requieres ayuda adicional para derribar a los enemigos del placer, puedes contar con mi orientació.
Como consultante, tú también tienes derecho a recibir la atención de calidad que mereces, y por eso tu retroalimentación puede hacer que ajustemos nuestros métodos terapeúticos a tus necesidades.
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